Moi |
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(Biografía) CLUB DE LEONES ITSON FOTOS |
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Donde quiera que llegaba,
encontraba un nuevo amigo. Acopló su carácter a la idea humanista que
enaltece al Club de Leones, donde ellos piensan en los problemas de
nuestro tiempo, en el hombre, y tratan de ayudar y trabajan para realizar
esa fraternal comprensión. Moi destacó mucho en el leonismo. Sus compañeros
lo extrañaran cada vez que pasen lista y digan su nombre. Era un
caballero León. Era un león para el trabajo. Manifestaba en sus actos
las ansias juveniles que no pudo satisfacer por culpas del tiempo. Nadie quería entrarle al toro.
Eludían el tema. ¿Un instituto de Estudios Superiores, aquí, en este
lodazal llamado Cajeme, donde todo es bronco y donde el único lenguaje
audible es el de las propiedades y el dinero? !No hombre, ni lo sueñes,
esto no es para Cajeme!. O exclamaban: -Que se vayan a estudiar la
preparatoria a Guadalajara, a Hermosillo. Sale más barato- Aquí no hay
quien enseñe- …Tantas dudas y negativas, estimularon a Moi. Propuso a
los Leones la idea, la iniciativa de
crear un instituto de enseñanza “superior”. Los Leones son hombres de
espíritu avanzado. La tomaron. Y comenzó el baile. Moi encontró -tenía ya- dos
grandes amigos: Alberto Delgado Pastor y Enrique Fox Romero.
Los tres comenzaron a mover el agua. Al rato estaba agitada. Los
tres comenzaron la bola. Moi aturdía en Ciudad Obregón con sus palabras
para convencer a todos, en favor de la idea. No había tarde, mañana,
noche en que al beber café, los tres amigos leones no hicieran mucho por
su idea. Así fueron regando la pólvora y se fortalecieron. Apasionado,
idealista, hombres de letras y de arte, educador nato, Alberto Delgado
Pastor fue con Moi la pareja
cumbre para el nacimiento del Instituto
de Estudios Superiores “Maestro Justo Sierra”, cuyo primer director lo
fue el Lic. José María de los Reyes, que nunca vino. Carlos Pellicer
estuvo allí de paso. Llegó, como ráfaga, el doctor Julio Ibarra,
talento creador, dínamo, cerebro, ambición. Y con Delgado Pastor y Moi,
forman una trinca infernal en el trabajo, la entrega a las ideas por la
educación superior. Los Leones llevaron a cabo la
primera rifa de un pequeño tractor. Con timidez. Todavía sin tirarse a
fondo. Años en que el carnaval ocupaba varios meses de preparación y los
bailes del Campestre y del Olímpico capturaban la mayor atención, después
de los desmontes y las
siembras del oro blanco. Años en cuyas tardes calurosas el deleite de la
charla en los cafetines pueblerinos giraba siempre en torno a la siembra,
al calor, al lodo, a los nuevos desmontes. La utilidad de la rifa fue
escasa. Nadie se interesaba en comprarle boletos a los Leones, a pesar de
que Enrique Fox Romero aprovechaba
hasta la última coyuntura para hacer buena propaganda en favor de la
idea. Moisés Vázquez Gudiño,
apoyado por sus melenudos rugidores, avanza y se logra que el gobierno
ceda el terreno de la que era una modestísima escuela secundaria, para
iniciar los cursos del hasta entonces, imaginario Instituto de Estudios
Superiores “Maestro Justo Sierra”. Mientras tanto, a rugidos y
jaiboles, entre cafés y tabacos, Moi, Delgado Pastor, Fox Romero, y otros
más consiguen un punto vital: interesar a la comunidad en el proyecto. Cuando llegó como director del
flamante y pobrísimo instituto
“Maestro Justo Sierra” El Dr. Julio Ibarra Urrea, la vida continuaba
sudorosa y amigable, con los tríos de los cancioneros, los éxitos de Los
Tres Diamantes, Los Ases, la voz de Irma Carlon y el primer aviente
profesional del Dr. Manuel Macías Parra, entonces alumno del gran
dramaturgo Seki Sano. La primera discoteca: El Ruiseñor, trae a Ciudad
Obregón a músicos de fama mundial. Y se venden. Luego hay esperanza, si
la gente compra un Andrés
Segovia. No todo está perdido si este publico absorbe algunas obras
importantes.: Beethoven, Bach, Borodín. El Lic. Raúl Espinoza devora la
Quinta, del genio de Bonn. La agricultura progresa y la ciudad es un
hervidero de galanes, tipo western. Preside los Signos Zodiacales de la
Política, Don Rodolfo Elías Calles, a cuya casa amurallada y con
bugambilias acuden prospectos de políticos
a recibir enseñanzas y regaños, entre un café y el otro. Los jóvenes secundarianos de
entonces no captaban bien de qué se trataba- El Dr. Julio Ibarra, con Moi
y el incomparable Alberto Delgado Pastor, avivan la llama del instituto.
No caben ya- No alcanza
el dinero. Hay que pensar en el futuro- Habrá que rebasar el nivel de la
Prepa y ver hacia las profesionales y las tecnologías. Cambian de nombre.
No es porque desdeñemos la ilustre memoria del Maestro Justo Sierra que
retiramos su nombre, sino porque debemos identificar a Sonora con la
mentalidad del joven. Esto es de Sonora. Esto es algo propio y nuevo. Aquí
estudiaran algo concreto: ciencia y tecnologías. Así deciden que se
llame Instituto Tecnológico del Noroeste, pues ya tenían la mira de
extenderse. Moi invertía
horas-luz dialogando con el doctor Ibarra y con el elegante orador que es
Delgado Pastor, sobre las posibilidades de la educación media y superior.
Inexplicablemente, por motivos que ahora no vale la pena ni mencionar,
estalla un distanciamiento muy serio entre el director del ITNO, Julio
Ibarra Urrea y el Gobernador del Estado, Alvaro Obregón, de cuyo
temperamento explosivo mucho se comentó en esta que es su cuna. Resultó que suspendieron el
subsidio del Gobierno del Estado, amenazando con la desaparición del
balbuceante, debilucho, informe ITNO.
Moi comentó con el rostro un
poco tristón, la agria entrevista del Sr. Gobernador, muy impulsivo, muy
recio para ordenar a las gentes, y el joven médico que dirigía el ITNO,
proveniente de la Secretaría de Asuntos Escolares de la Universidad
Nacional de México. Y lejos de amilanarse, Moi cerró filas con Julio
Ibarra y con Delgado Pastor. La poderosa trinca llamó a sus amigos. Les
reseñó el conflicto y expuso el peligro. El ITNO, no morirá por una
explosión de mal carácter. Esto ya es un hecho. El ITNO es nuestro. Y lo
vamos a demostrar. No he vuelto a ver a hombres
tan poseídos de pasión por su trabajo, como vi entonces a estos tres
amigos inseparables, Moi hablaba dormido en su casa del Instituto. Comía
y opinaba del Instituto. No tenían otro tema que el Instituto. En
cualquier reunioncilla social lugareña, salían con el Instituto. ¿Cómo sacar dinero para
seguir adelante si no tenían ni para el pago, ya vencido, del pobre
sueldo a los maestros? ¿Cómo esperar que se pudiese avanzar, si no se
tiene ya la simpatía personal del Sr. Gobernador?
Bebiendo café los tres decidieron
pedir dinero a las gentes. De plano. Y pensaron en decirlo por
radio, en un maratón. Nos llamaron a sus amigos. A mi buen Moi
le brillaban sus ojillos de gusto, de emoción. Los Leones apoyaron
la idea del Maratón Pro-ITNO. Y las radioemisoras locales, y la prensa (Diario
del Yaqui hizo suya la petición popular)
se solidarizaron . Así es que en la Plaza l8 de Marzo se instaló
el gran teatro. Los del Club Lengua Libre nos apoyaron, aunque advirtiendo
el peligro de que los guachos nomás fuéramos hocicones. A la hora de la
hora el Capi Emilio Manzanilla, el más hablador de todo el Lengua Libre,
se convirtió en nuestro mejor aliado. Fue una jornada popular inolvidable.
Ustedes, los niños y las niñas, llegaron a entregarnos sus alcancías.
Ustedes, los trabajadores más modestos, fueron a dar sus billetes.
Dieron pan, pollos, pasteles. Todo lo entregaron por el Instituto
Tecnológico del Noroeste. Moi y sus amigos habían encontrado la
respuesta plena en el corazón de ustedes. Ciudad Obregón vivió en esos
días lo que ya no podrá repetirse. Alberto Delgado Pastor echó su alma.
Se hizo pedazos. Moi y todos sus hijos se entregaron como si algo superior
los guiara. Julio Ibarra y su familia, su esposa Riva ( norteamericana,
ex-enfermera militar, bellísima persona) se dieron por entero a su
objetivo. Minuto a minuto el pueblo acrecentaba el monto del maratón.
Miles de pesos cada hora, cada día. Ustedes lo hicieron. Ustedes, el
pueblo, se desveló y trabajó para defender una escuela. El honor es para
ustedes. El triunfo es todo para ustedes, porque en cada uno Moi, Delgado
Pastor, Julio Ibarra, Enrique Fox Romero y su esposa, y los Leones se
multiplicaron. Ustedes demostraron que puede más una idea que un
exaltamiento poderoso en la mentalidad del gobernante. La auténtica
fuerza está en el pueblo. Par de años después veríamos
que el ejemplo estaba germinando, ahora sí, en el propio ITNO. A pesar de
el éxito del Maratón, el subsidio no fue concedido. Se le retuvo burocráticamente.
Se vio clara la indisposición del Gobierno del Estado para los promotores
de Cajeme. Un segundo maratón fue iniciado por los propios alumnos. Y por
uno, que se ofreció a llevar el trabajo hasta el límite de su
resistencia física: Alvaro Cepeda Neri, entonces alumno y ahora abogado
con perspectivas amplias en su vida. Alvaro Cepeda Neri despertó la
conciencia estudiantil. La piqueteó. La sacó del marasmo. Ellos ganaron
la segunda batalla económica, cuando la población escolar aumentaba
indicando que el ITNO estaba
con las raíces metidas en
las capas más profundas de la comunidad. Moi trabajó en el patronato,
como si fuera el maratón. Un nuevo giro en la vida política: después de
una sangrienta cuanto estéril lucha política para que la voluntad
popular fuese respetada, se
impuso desde México la candidatura del Lic. Luis Encinas Johnson. Fue
Gobernador de Sonora. Inició la segunda etapa del ITNO. Se le cambió por
Instituto Tecnológico de Sonora. Salió de la dirección Julio Ibarra.
Queda Alberto Delgado Pastor, que cumple allí la etapa más grande de su
vida en Sonora. Siempre con el apoyo y la estimulante compañía del Gran
Moi. El Hermano Moi. El gran León que ahora nos escucha desde muy lejos.
Porque se ha ido de Ciudad Obregón, para siempre. En la defensa económica, en el
fortalecimiento moral del ITNO, ayudaron todas las instituciones y grupos
de acción social. Donativos importantes llovieron
entregados por ciudadanos que se negaron a dar su nombre. Por eso
fue que cuando el nuevo Gobernado, Lic. Encinas Johnson, llegó a la
oficinita del Instituto y recorrió los dos corredores, como antes lo hizo
el Presidente Adolfo López Mateos, decidió la segunda etapa. Un nuevo
edificio. El proyecto inicial: un conjunto ubicado cerca del Deportivo
Obregón para integrar sus servicios a la tarea escolar, por políticas
deleznables, egoístas y cegatonas , quedó en olvido. Comenzaron a
demoler la vieja casa y surgió el primer edificio. Inadecuado, pero nuevo
y con la simpatía del gobierno. Ahora ya nadie duda de la
potencialidad del ITSON. Ocupan sus aulas nuevas generaciones
estudiantiles y son otras las personas que están al frente de la dirección
y del Patronato, recientemente sacudido por las ideas que el Gobernador,
Lic. Biebrich Torres tiene para impulsar la educación media y superior.
La institución superó a sus iniciadores. Los hombres han pasado. La idea está viva. Y avanza,
incontenible hacia nuevos horizontes. La contribución que hizo la
generación de Alvaro Cepeda Neri, llegó a su primer objetivo: formarse
ellos mismos. El ITSON es una nueva fisonomía juvenil. Pero, ciertamente,
detrás está el cariño, la devoción popular para el ITSON, que está
definitivamente a salvo de cualquier peligro. A los estudiantes se une la
fuerza moral de la sociedad. Y ambas tienen ya asegurada la permanente y
decidida colaboración material y moral del Gobierno de Sonora. Moi, el bueno, el gran amigo
Moi, cumplió su destino. El homenaje
a lo que el hizo, proviene de esta que fue su ciudad. No de un
amigo, sino de la comunidad que lo despedimos como a las grandes figuras:
con el cariño de siempre y con nuestro aplauso que premia con tan poco lo
mucho que Moi nos dio. Fue una de nuestras grandes
figuras provincianas. Fue un
hombre-símbolo . Sintetizó lo que puede hacer la pasión por el estudio,
aún cuando la gente no haya disfrutado
la posibilidad de
ingresar al mundo de gracia de los que tienen dónde estudiar. No hace
falta saber mucho, para hacer por la cultura. No se necesita el
conocimiento libresco para
transformar la sociedad positiva y fecundamente. Son las ideas, las buenas
intenciones, es la entrega al trabajo y la sinceridad personal lo que nos
engrandece, contra todas
las adversidades. Moi no
era un hombre de discursos floridos. Por eso no dejó una pieza oratoria
dirigida a la juventud, a los muchachos por quienes él sintió
siempre respeto, comprensión y cariño de amigo. No les dejó
palabras ni libros escritos. Les dejó un ejemplo. Marcó un camino
preciso. Abrió una senda hacia el futuro y comenzó a caminarla con el
optimismo que nunca lo abandonó. Los estudiantes de hoy, los de
mañana, responderán_ como siempre_ levantando el espíritu hacia sus
propias inspiraciones. Esa escuela, el ITSON, tiene en sus aulas lo mejor:
sus alumnos y sus maestros. A Moisés Vázquez Gudiño lo despedimos ahora
con renovada confianza en el hombre-joven, en el México-joven, en Sonora-joven.
Logró realizar un ideal. Nos demostró que la palabra dicha puede
transformarnos y conducirnos hacia nuevas y más generosas actitudes. Por:
Dr. Eustolio del Río “Diario del Yaqui”, Mayo de 1974 ¡VIVA MOISES VAZQUEZ GUDIÑO!
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